Las flores de lavanda son unas de las más utilizadas en cosmética, no sólo por su aroma, sino por sus propiedades calmantes, relajantes e incluso antimicrobianas y antiséptica, lo que lo hace ideal para pieles grasas, con acné, impurezas, e incluso para tratar pequeñas heridas, quemaduras leves o picaduras de insectos.
Al macerar las flores en un medio líquido, en este caso, alcohol (etanol) conseguimos extraer sus principios activos para después poder usarlo en nuestras cremas, lociones, sales de baño, etc.
Para hacer nuestro extracto de lavanda casero necesitamos:
- Flores de lavanda (podéis recogerlas de algún parque o jardín).
- Etanol (puede ser algún alcohol tipo vodka, ginebra...que sea de color claro).
- Un frasco de vidrio.
Lo primero que haremos será pasar un poco las flores por agua para eliminar restos de polvo o suciedad que pudieran tener y secarlas muy bien con papel de cocina.
Meterlas en el frasco de vidrio y añadir el alcohol hasta llenar el frasco.
Lo dejaremos macerar de 5 a 7 días, agitando al menos una vez al día. Pasado este tiempo, colaremos bien el líquido con ayuda de un colador de tela o bien de un filtro de papel (de los que se usan para las cafeteras). El frasco donde lo echemos debe estar bien desinfectado (bastará con hervirlo unos minutos y secarlo bien, o rociarlo con alcohol 96º y dejar que se seque al aire).
Dejaremos nuestro extracto en el frasco, pero esta vez abierto, para que se evapore el alcohol y nos quede solamente el extracto. Puede tardar unos días, lo que podemos hacer es ir oliendo cada día, y cuando ya no captemos el olor a alcohol, ya podemos cerrarlo y guardarlo.
Yo lo conservo en la nevera sin problema, pero también podéis echarle unas gotas de conservante y tenerlo a temperatura ambiente.
Espero que os guste.
Un abrazo, Nanabelle.
No hay comentarios:
Publicar un comentario